sábado, 30 de abril de 2016

Mateo y Alicia

Once de la mañana. En Sydney los bares empiezan a cerrar, hay tres jóvenes sentados en la guardia de un hospital, otro está en una camilla. En Etiopía es la hora de más calor en del día, treinta y cinco grados, tres jóvenes se juntan bajo un árbol.


- Cuando tenía 7 años me picó una abeja y me sentí re mal.
- ¿Sos alérgica?
- No, pero estaba llorando y mi tío Alberto me dijo que la abeja la pasó peor, porque cuando pican se mueren. Me lo dijo riéndose y yo me sentí mal por la abeja. Antes mi mamá me había dicho que me había picado por tonta, porque seguro le hice algo, que las abejas son inofensivas.
- Pobrecita - la abraza. Ella lo saca.
- Salí, me dio pena que se muera.
- ¿Te sentiste culpable por lo que dijo tu mamá?
- No, qué sé yo, no me acuerdo. Me acuerdo que intenté buscarla para enterrarla y no la encontré
- ¿no te dolía la picazón?
- Sonríe - se dice picadura, sí, pero no decía nada porque habían dicho de llevarme al hospital y yo quería encontrar a la abeja.
- Siempre cuidás todo, sos hermosa desde chiquita.
- Risas - Tonto.
- ¿Estás llorando?
- Un poco.
- ¿Por? ¿Te acordaste de tu abuelo?
- Sí, có..
- la abraza - Linda, no llores. - le acaricia la cabeza.
- Perdón
- Sh.
- No me calles - se ríe.
- ¿Querés que te cocine y vos mirás tele en la cama?
- Sí y papa fritas.
- Compradora, ahora voy.
- ¡Ya! - Le da un beso apretando fuerte contra los labios y desaparece, se escucha la corrida en patas hacia el baño.

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